En una época donde no existía la TV e Internet, donde la sujeción mental de la gente a los dispositivos no existía, vivían álguienes que se dedicaban a pensar y pensaban, pero lo hacían por fuera del smog que aliena, que duerme, que gangrena y desmembra al individuo desde adentro.
Las verdades que descubrían en esas épocas a los quince años hoy podemos no llegar ni a visualizarlas a la distancia a los treinta por estar perdidos por fuera de nosotros mismos cuando aquellos hombres buscaban pronto, pronto extraviarse adentro para encontrarse.