Pensemos en Dios como el profesor que en el exámen final, al ver que nos hemos esforzado para sacar el 4.5 que necesitamos para pasar pero que pese al gran compromiso nos alcanza para un 4.2, nos da las 3 décimas que hacen falta.
No hacer la tarea y depositar todas las esperanzas en un vacío “si Dios quiere” es de inútiles, es de mediocres.