Quien lee esta publicación, muy seguramente, tiene un perfil o página en Facebook, probablemente tenga una cuenta en Twitter, perfil o página en Google+ y seguramente tenga una base de datos de correos electrónicos – como mínimo aquellos que se encuentran en la lista de contactos del celular o del email – . También, quien lee, se habrá dado cuenta que en cada uno de estos puntos de contacto tiene audiencias, en algunos casos distintas, en otros casos compartidas.
Muchas de las personas que conozco consideran como un gran logro tener miles de seguidores al otro lado de esos puntos de contacto, creyendo que le garantizará el éxito en interacciones y tráfico de sus publicaciones, de sus contenidos. También he visto como al transcurrir el día a día de la operación diaria a partir de pescar con atarraya*, aquella persona que entiende estar sentada en una mina de oro llamada 20.000 seguidores, se va dando cuenta que no es como lo pensaba.
(*) Hace algún tiempo subía a la Laguna del Otún con mucha frecuencia con algunos amigos donde el gran grupo, la mayoría, llevaba una atarraya esperando llegar a un pequeño lago antes de la laguna y tirarla allí, todas sus esperanzas estaban depositadas tanto en ese lago como en el instrumento de pesca. Recuerdo perfectamente ver a Mauricio, amigo y guía en esa frecuente expedición, ir caminando hacia arriba por el borde de una quebrada (riachuelo), llevando en la mano una vara que antes de iniciar la travesía había recogido del piso y que adaptó como caña de pescar con un hilo, anzuelo y carnada. Mauricio mientras caminaba se detenía en pequeños pozos que se formaban en el curso de la quebrada y como un jedi lanzaba su hilo y segundos después sacaba un pez, mientras lo estuve viendo siempre que tiraba, sacaba. Al llegar al lago, Mauricio había llenado 2 cubetas de peces logrados uno a uno en aquellos lugares donde él sabía que estaban. Ya en el lago y ubicados dentro de éste, el resto de integrantes del grupo – sin Mauricio que estaba encendiendo el fuego para cocinar – tiraba su atarraya, la recogía y la volvía a tirar. La dinámica de tirar y recoger la atarraya entretuvo al grupo pero recuerdo claramente que el almuerzo fué gracias a Mauricio quien hizo entre 2 y 3 lances en cada pozo del riachuelo, siempre logrando como mínimo un pez.
Tener un montón de gente apiñada, unos sobre otros en cada uno de los recursos con que contamos en el escenario digital puede ser el principio de un camino que nos lleve a entender mejor a nuestra audiencia a partir de la organización de los datos que obtenemos de ella diariamente.
Es por esto que hoy a quien está interesado en dar orden a esta parte de su operación digital, deseo presentarle una recomendación, una idea que es la de no inquietarse por estar “fracturado” en varios pedazos, sino por el contrario, ver la oportunidad que se presenta de ordenar la información, detectar y segmentar para optimizar. ¿Para qué? Tener a nuestra audiencia cerca nos permite construir y medir conversaciones, conocerla para facturar sonrisas, emociones, líderes positivos, dinero.
¿Cómo es esto?
Ubiquémonos en un ejemplo. Todos tenemos, y lo digo con certeza, una base de datos de emails de nuestros clientes, amigos, proveedores, aliados, en mi caso y para efecto del ejercicio, tengo una de las personas interesadas en los libros y los ebooks que he producido. Esta base de datos puede estar en el email (libreta de contactos) o en un software especializado como Aweber, Mailchimp, MasterBase o incluso una aplicación dentro de nuestra página web como SendPress, por mencionar algunas herramientas populares. Si somos juiciosos y organizados, es seguro que produciremos contenidos que serán enviados a estas bases de datos a través de un boletín electrónico. Cabe anotar que la forma como se construyen las bases de datos determina el uso posible ya que si no tenemos el permiso de nuestra audiencia para acercar una propuesta de comunicación, en lugar de ser positivo para la marca, generará sentimientos encontrados.
De igual forma muchos, como yo, tiene un perfil en Google + y otro en Facebook donde hay cientos o miles de personas “interesadas” en estar en contacto, y pongo “interesadas” entre comillas porque en muchos casos no es tan cierto, hay montones de coleccionistas de laminitas online. Ahora , la pregunta es ¿en dónde están en estos recursos las personas interesadas en los libros y los ebooks? Supongamos que tengo:
- Una página de descarga y/o compra de los libros y de los ebooks.
- Una lista de correo para las personas que se suscriben al boletín electrónico pero que están interesadas en Ebooks y libros (mi producto).
- Un perfil en Facebook.
- Un perfil en Google+.
- Un canal de chat real time.
La página de descarga (pesca con vara) tiene un formulario para que las personas interesadas en bajar un ebook den algunos datos solicitando permiso para enviar al email información asociada a dicha temática.
Las listas de correo (pesca con vara) se alimentan de formularios ubicados en sitios web o redes sociales y las personas, en teoría, deberían poder elegir a qué lista pertenecer de acuerdo a la temática de esta.
El perfil en Facebook (para personas) y el Likepage (para compañías) son un lago donde hay muchos peces, donde algunos deciden pescar con atarraya, otros con caña y otros con ambos.
El perfil en Google+ y la página funcionan de forma similiar o con lógica similar a los recursos en Facebook.
El o los canales de chat (pesca con vara) son un recurso utilizado para construir conversaciones en tiempo real, realizar recomendaciones, solucionar dudas, apoyar la venta, enamorar.
Como todos tenemos algo que contar, algo para compartir, ese mensaje, buscamos acercarlo a nuestra audiencia, ¿a qué audiencia?. Si yo no tengo identificados a los interesados en los libros y los ebooks en cada uno de los puntos de contacto, lo mas probable es que lance la atarraya esperando pescar algo pudiendo o no lograrlo, pero si los tengo claramente identificados, lo ideal será iniciar conversaciones con una audiencia que se ha comprobado está atenta y participativa a esa propuesta de comunicación**.
(**) Para un trabajo de investigación realizado para un cliente donde pefilaríamos a su target a partir de datos obtenidos de las redes sociales, específicamente desde Facebook, éste me preguntaba por qué no trabajábamos con el universo entero ya que mi recomendación era trabajar solamente con las personas que había interactuado frente a su propuesta de comunicación, a lo que le respondí que trabajábamos con esa muestra porque eran las personas que ya habían dado un visto bueno manifiesto al contenido, a la propuesta de la marca y el margen de error al acercar un mensaje era menor, teniendo en cuenta que el mensaje estaba alineado con aquel con el que la audiencia había interactuado en el pasado. Efectivamente, la información que obtuvimos en la investigación permitió que las acciones de comunicación y mercadeo ejecutadas fueran más precisas y efectivas.
Por lo tanto, usamos el contenido como carnada midiendo el interés de nuestra audiencia a través de cada uno de los puntos de contacto. La audiencia segmentada por intereses, por ejemplo en nuestra herramienta de email marketing desde donde cada email se va llevando a Facebook y a Google +, en donde una vez se encuentren los perfiles de cada persona se añadirán a listas o círculos con la misma temática de las listas de correo. De esta forma, tendremos círculos y listas de personas que han manifestado interés en nuestros productos, servicios o contenidos. ¿Y para qué sirve esto? Para sacar de la bolsa a las personas que realmente quieren lo que tenemos para ofrecer, para visualizarlas más fácil entre tantos coleccionistas de laminitas digitales, para una vez detectados poder construir conversaciones y pescar con vara. Tanto Facebook (perfiles) como Google+ nos ofrecen la posibilidad de establecer contacto vía chat con nuestra audiencia, herramienta que se podrá usar para hacer de esas conversaciones algo más cercano, más efectivo, más humano y de esta forma poder incluso dar un cerramiento de comunicación de mas grados.
Redes sociales como Facebook y Google+ permiten elegir la audiencia a la que comunicar determinado mensaje a través de las listas y de los círculos, lo que permitirá que el universo completo no acceda a la totalidad de información y que personas que han manifestado interés en una temática puntual accedan a la información alineada con sus gustos y preferencia evitando aquellos contenidos fuera de su interés.
Las conversaciones generarán confianza y ésta construirá poco a poco la facturación de sonrisas, de líderes, de emociones e incluso de dinero.