Frente a mi, una puerta – realmente son varias pero ésta es la que decidí abrir – que al moverla devela una luz brillante al otro lado de la ruta, relativamente cerca. Entro, cierro la puerta y empiezo a caminar, caminar y caminar casi hasta el cansancio pero el camino se estira, se hace largo, aún más cuando camino. Al frenar para observar, la luz se ha ocultado y pareciera que estoy tan lejos de la puerta que no es buena idea regresar. Es una trampa.
– Carlos Cortés –